Fiestas y festejos

En el siglo XIX, al igual que en los anteriores, la vida romana estaba marcada por innumerables fiestas populares. La mayoría eran de tipo religioso, aunque el calendario contaba también con fiestas paganas a las que los romanos se abandonaban con una alegría desvergonzada.

Ippolito Caffi (Belluno 1809  - Lissa 1866), I moccoletti al Corso, tempera su carta
Ippolito Caffi (Belluno 1809  - Lissa 1866), I moccoletti al Corso, tempera su carta

Fiestas religiosas
Las principales tradiciones vinculadas a celebraciones religiosos eran las siguientes:
Por Navidad, la bajada de los gaiteros de las montañas vecinas de Lacio y de los Abruzos para tocar las novenas ante las capillas sagradas, junto con la adoración del niño de Aracoeli y los espléndidos pesebres montados en las iglesias de la ciudad.
Para la Epifanía, el mercadillo de la plaza Sant’Eustachio, trasladado en 1870 a la plaza Navona, donde se vendían juguetes, dulces y figuritas de belén.
La bendición de los animales en el Esquilino, ante la iglesia, el día 17 de enero, festividad de San Antonio Abad.
Las procesiones de Semana Santa, Pascua y Corpus, y la fiesta de san Juan, el 24 de junio, que combinaba la celebración del santo y la fiesta del solsticio de verano.
Sin embargo, la cita más sentida y admirada era el día de san Pedro y san Pablo, el 29 de junio. En esa ocasión, la basílica de San Pedro y la Castillo de Sant’Angelo se cubrían de luces, con las llamadas luminarias.
El ciclo de las festividades religiosas se cerraba con la semana dedicada al culto a los difuntos, en el mes de noviembre.
Además, cada barrio tenía sus propios santos que festejar y la Iglesia contaba también con numerosas celebraciones como procesiones, visitas y genetlíacas papales o celebraciones por el nombramiento de un nuevo papa.
De este modo, el calendario litúrgico estructuraba los meses y las estaciones creando días de fiesta que, además de reforzar periódicamente la cohesión y compartir los valores dentro de la comunidad, servían de frontera temporal entre un segmento de tiempo y el siguiente.

Festejos
En los espacios de tiempo en que no había festividades sacras, los romanos celebraban fiestas y festejos, a menudo relacionados con algunas actividades laborales, como por ejemplo el día en que se llevaban los bueyes al carnicero de la Puerta del Popolo, conocido como capate, o la vendimia. Otras ocasiones de diversión eran las corridas de toros en la zona del mausoleo de Augusto, el estanque de la plaza Navona y los fochetti, fuegos artificiales en el anfiteatro Corea los domingos de verano. En algunos períodos del año, los nobles abrían sus mansiones a la ciudadanía y organizaban cucañas, carreras de caballos o de bigas, globos aerostáticos y exposiciones de animales exóticos. También eran típicas las fiestas de la vendimia con concursos de poesía, cantos y el imprescindible baile del saltarelo.
Pero la cita más esperada por los romanos era el Carnaval de la via del Corso.
A partir de 1870 algunas manifestaciones fueron desapareciendo, como la rueda de fuegos artificiales del Castillo de Sant’Angelo. Otras, en cambio, se fueron modificando o enriqueciendo con nuevos elementos, aunque tal vez con ello se perdió parte de su grandiosidad y atractivo.