Vivian Maier. Una fotografa ritrovata

La vida y la obra de Vivian Maier están envueltas en un halo de misterio que ha contribuido a aumentar su atractivo. Niñera de profesión y fotógrafa por vocación, nunca abandonaba su cámara, sacando fotos de manera compulsiva con su Rolleiflex. Estamos en 2007, cuando John Maloof, por aquel entonces agente inmobiliario, compra durante una subasta una parte del archivo de Maier, requisado por un impago. Entiende en seguida que ha encontrado un tesoro de gran valor y, desde ese momento, no dejará de buscar material relacionado con esta misteriosa fotógrafa, llegando a archivar más de 150.000 negativos y 3.000 positivados.

Figura imponente pero discreta, firme e intransigente en las formas, Vivian Maier retrataba las ciudades donde había vivido - Nueva York y Chicago - con una mirada curiosa, cautivada por los pequeños detalles y las imperfecciones pero también por los niños, los ancianos y la vida que pasaba ante sus ojos por la calle, por la ciudad y sus habitantes en un momento de fervoroso cambio social y cultural. Imágenes potentes, de una belleza deslumbrante, que revelan una gran fotógrafa.

Sus fotografías no se expusieron ni se publicaron nunca durante su vida. La mayoría de sus carretes no se revelaron. Vivian Marier parecía fotografiar para sí misma.

Observando su corpus fotográfico, destaca la presencia de numerosos autorretratos, casi un posible legado a un público con el que nunca quiso o pudo tener nada que ver. Su mirada austera, reflejada en los cristales y los charcos, y su larga sombra, que cubre el sujeto de la fotografía, se convierten en un intermediario para acercarse a esta misteriosa fotógrafa.

La exposición presenta al público el enigma de una artista que en vida realizó un enorme número de imágenes sin enseñárselas nunca a nadie y que intentó conservar como el bien más preciado.